Falso arrepentimiento

Falso arrepentimiento

1 Samuel 28

  1. Entonces Samuel dijo a Saúl: «¿Por qué me has perturbado haciéndome subir?». Y Saúl respondió: «Estoy en gran angustia, pues los filisteos hacen guerra contra mí; Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni por los profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me reveles lo que debo hacer»
  2. Y Samuel dijo: «¿Entonces, por qué me preguntas a mí, ya que el Señor se ha apartado de ti y se ha hecho tu enemigo?
  3. »El Señor ha hecho conforme a lo que dijo por medio de mí; y el Señor ha arrancado el reino de tu mano, y se lo ha dado a tu prójimo, a David.
  4. »Porque tú no obedeciste al Señor, ni llevaste a cabo Su gran ira contra Amalec, el Señor te ha hecho esto hoy

Contexto

Saúl, hijo de Cis, es el primer rey de Israel. El ungido del Señor para gobernar Su pueblo. Luego de grandes victorias y hazañas, su vida toma un giro catastrófico y desobedece el mandamiento del Señor (1 Sa 15).

Aunque el remordimiento de Saúl es manifiesto en las Escrituras (1 Sa 15:24), su falta de arrepentimiento genuino es evidente por la respuesta de Dios y por su subsecuente vida de tormento, matanzas, y celos que lo llevaron a repetidos intentos de asesinato y persecuciones contra David, el hombre que el Señor había elegido para ser su sucesor.

Ahora Saúl se encuentra sumergido en el miedo y la desesperación cuando un ejército enemigo sube para hacer guerra contra él. Saúl trata de buscar una respuesta de parte de Dios pero no la haya por ningún medio, por lo que decide acudir a una espiritista para que haga aparecer a Samuel, el difunto profeta de Dios que lo había ungido a él y a David, y quien también le había pronunciado el juicio de Dios por su desobediencia.

La obstinación y necedad de un corazón sin arrepentimiento

“…Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni por los profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me reveles lo que debo hacer”. Esta porción revela la obstinación de Saúl, su insistencia el buscar una respuesta distinta del inmutable Dios, pero sin un cambio en su corazón. Saúl no está buscando a Dios para pedir perdón por todas las atrocidades que había cometido. Saúl solo quiere una solución, no busca reconciliación con Dios. Saúl reconoce que Dios se ha apartado de él, pero no reconoce que este es el justo juicio del Señor. Un corazón verdaderamente arrepentido no acusa a Dios por sus justos juicios, al contrario, los acepta y adora a Dios. En 2da de Samuel 12:20, luego de que, a pesar de todos los ruegos de David, su hijo finalmente muere como consecuencia de su pecado, vemos que David se levanta, entra a la casa de Dios y lo adora. Aquí vemos en contraste un corazón verdaderamente arrepentido, que busca a Dios para adorarle, a pesar de recibir Su disciplina.

¿Cuál es la respuesta de nuestro corazón ante las consecuencias de nuestras malas decisiones?

Un arrepentimiento verdadero busca una relación con Dios. Un arrepentimiento verdadero reconoce genuinamente la naturaleza malvada y atroz del pecado y asume la responsabilidad del mismo. Pero no solo esto, un arrepentimiento verdadero pone su confianza en Cristo para salvación y conlleva una vuelta del pecado a Dios que produce cambios evidentes en el hombre.

La respuesta del Dios santo e inmmutable

Finalmente, la respuesta de Dios es en conformidad con su carácter: no cambia. Dios es inmutable. El Señor no rechaza un corazón contrito y humillado (Sal 51:17, Hch 3:19). El Señor es Santo y Justo (Sal 62:12, Num 14:18). El Señor mira al humilde pero reconoce de lejos al altivo (Sal 138:6). Ese es Su carácter. Esa siempre será su respuesta. Perdón y reconciliación en Cristo para el que se arrepiente y pone su fe en Jesús. Condenación y rechazo para el corazón no arrepentido.